Cristina Fernández de Kirchner presa: ganó Héctor Magnetto

El mandamás del mayor grupo infocomunicacional argentino, próximo a cumplir sus 81 años, acelera su digestión tras engullirse a Telefónica de Argentina y exhibe el trofeo más preciado de su dilatada historia de grandes éxitos: la privación de la libertad de su enemiga más constante y más feroz.
 
Magnetto no ahorró recursos para alzarse con esta victoria. El “periodismo de guerra” desplegó un arsenal inédito en los últimos 50 años de historia de los medios en el país contra una formación político-partidaria y su sesgo polarizador le costó niveles de desconfianza pública probablemente irreversibles. Magnetto abrió fuego al comienzo de la primera presidencia de Cristina Fernández, una vez que Néstor Kirchner le avaló la fusión de Multicanal y Cablevisión el último día de su mandato. Desde entonces, no se detuvo. La guerra no conoció pausas ni misericordia, como lo muestran las operaciones periodísticas en torno a la salud de Florencia Kirchner.
Ni el desgaste de sus viejos generales que ostentan la conducción periodística del conglomerado, subordinada al combate impiadoso contra el kirchnerismo, ni la negociación con Mauricio Macri para que acelerase designaciones irregulares en la Cámara Federal de Casación Penal, ni el escándalo por la excursión a Lago Escondido, adonde gerentes del Grupo Clarín llevaron a jueces, funcionarios y operadores del Poder Judicial (incluido Julián Ercolini, el primer juez de la causa Vialidad en cuestión) para zurcir el plan que hoy acaba con la prisión de Cristina Fernández, impactaron en la estrategia concebida por Magnetto.
Magnetto vs. CFK, según pasaron los años
Las razones del odio visceral entre la expresidenta y el ceo y mayor accionista de Clarín son varias y se remontan a finales del gobierno de Néstor Kirchner, cuando negociaban el ingreso de Clarín en Telecom Argentina y, simultáneamente, el oficialismo definía quién sería su candidato en las elecciones de 2007. Contra la opinión de Magnetto, expresada en charlas de varones con Kirchner en la quinta presidencial de Olivos, el candidato fue candidata: Cristina.
Aquella negociación por Telecom naufragó -las versiones que plantearon tanto Kirchner como Magnetto difieren en los motivos del fracaso- y en marzo de 2008 se desató la llamada “crisis del campo” por las retenciones a exportaciones de soja dispuestas por la flamante presidenta. La cobertura editorial de las decenas de medios del Grupo Clarín fue cada vez más ácida contra el gobierno y, acompañando el malestar de un sector mayoritario de la sociedad, Magnetto fichó a Jorge Lanata. Este exprogresista, en un pacto fáustico, accedió por fin a niveles de figuración inimaginables para un periodista a cambio de ceder su esencia rebelde a la maquiladora anti-K, y lideró una catarata de denuncias contra los funcionarios de Poder Ejecutivo.

El gobierno respondía con sus propias municiones: impulsó la sanción por el Congreso de una ley de medios audiovisuales en 2009 (y en 2014, una de telecomunicaciones y TIC) en el marco de políticas de comunicación que buscaban desconcentrar a Clarín y que incluyeron denuncias por la conformación de Papel Prensa entre Clarín y la dictadura de Jorge Videla, sindicando el papel desempeñado por Magnetto la desposesión de acciones de Lidia Papaleo, secuestrada y torturada, así como la investigación por la adopción de los hijos de Ernestina Herrera, viuda de Roberto Noble, también en dictadura. También engordó, con publicidad oficial, a medios y productoras oficialistas para disputar la atención pública de los enjuagues de Clarín, infructuosamente. Por errores importantes del propio gobierno y por la capacidad de acción judicial desplegada por el holding, aquella producción regulatoria anticoncentración quedó en la nada.

CFK y después: ayudita de Mauricio Macri, siga siga de Alberto Fernández y guerra con Javier Milei
Los dos gobiernos de Cristina Fernández fueron el único período en los últimos 50 años en que Clarín no se expandió hacia nuevos medios y actividades colindantes. Terminado ese amargo paréntesis, Mauricio Macri le habilitó -a golpe de decretos- la fusión de Cablevisión con Telecom.

Por fin, diez años después de la malograda negociación con Kirchner, Magnetto desembarcó en una de las dos descendientes de ENTel. Alberto Fernández no revisó las decisiones de su antecesor y en febrero de este año Magnetto compró Telefónica de Argentina, uniendo en una empresa, la suya, lo que había sido el monopolio estatal de telecomunicaciones fijas, ahora enriquecidas por las comunicaciones móviles y la conectividad a Internet.

El tiempo dirá si las objeciones de Javier Milei a esta megaconcentración son sólo rabietas de tuitero trasnochado o logra detener, o condicionar seriamente, la operación que para Clarín es un hecho consumado.

El emporio económico que Magnetto construyó laboriosamente, con talento singular y con la ayuda de todos los presidentes desde 1976, excepto Cristina Fernández, presume ante el mundo de su lección: meterse con el hombre más poderoso del país cuesta la libertad.