Del sueño de exportar a Brasil al escándalo de importar gas chileno: el colapso de la política energética

La política energética del gobierno enfrenta un evidente colapso, y los hechos recientes confirman esta situación. En el transcurso del último año, se pasó de anunciar con énfasis una “histórica” exportación de gas desde Vaca Muerta al corazón industrial de San Pablo, junto con la reversión del gasoducto norte, a reconocer que el país está negociando nuevamente la importación de gas desde Bolivia y Chile.

Nacionales21/01/2025ChacoWebChacoWeb
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El uso del gasoducto norte para traer gas desde Bolivia genera interrogantes sobre la veracidad de los anuncios oficiales. Si actualmente se utiliza para la importación, ¿qué se inauguró realmente cuando se presentó como una obra completada en tiempo récord? Cabe destacar que un gasoducto no puede cambiar de dirección fácilmente; si el flujo se dirige desde Bolivia a Argentina, no es posible revertirlo de forma inmediata.
 

En su momento, expertos y este medio ya habían advertido que la obra de reversión estaba lejos de estar concluida. Incluso, una nota de mediados del año pasado anticipaba que, debido a la falta de financiamiento para obras estratégicas, el país dependería de costosas importaciones de gas, superando ampliamente el costo de completar estas infraestructuras. Así surge una pregunta fundamental: ¿cuáles fueron los cálculos del gobierno que llevaron a esta situación de carencia de obras y dependencia de gas importado?

A esto se suma el anuncio reciente del gobierno de Chile sobre un acuerdo con Argentina para la exportación de gas natural mediante el gasoducto NorAndino. Paradójicamente, Chile no es un país productor de gas: importa GNL, lo regasifica en el puerto de Mejillones y lo envía a Argentina, obteniendo márgenes de ganancia considerables.

Mientras tanto, el gasoducto Néstor Kirchner, rebautizado Perito Moreno por la administración actual, fue construido para transportar gas de Vaca Muerta y reducir la dependencia de importaciones. Sin embargo, opera actualmente a un tercio de su capacidad: puede trasladar 22 millones de metros cúbicos diarios, pero solo transporta 15 millones. Esta subutilización contrasta con las necesidades del sistema energético y los altos costos de las importaciones.

La situación es alarmante: el gobierno está pagando por gas importado valores varias veces superiores a los del gas producido localmente, a pesar de que el sistema cuenta con capacidad ociosa para bombear más gas desde Vaca Muerta.

Según el Ministerio de Energía de Chile, entre enero y septiembre, Argentina podría recibir hasta 2,5 millones de metros cúbicos diarios de gas, totalizando un máximo de 117 millones de metros cúbicos en ese período. Esta operación ha generado sospechas debido al elevado precio del gas, que Chile compra como GNL y revende a Argentina. Ya existen antecedentes de irregularidades en esquemas similares, como las triangulaciones ocurridas entre 2016 y 2018, cuando se pagaron importaciones hasta un 128% más caras que el gas boliviano.

Vaca Muerta, reconocida como la segunda reserva mundial de shale gas, tiene un enorme potencial. Si bien exportar gas en forma de GNL requiere grandes inversiones a largo plazo, el transporte de gas natural a través de los gasoductos ya existentes no presenta estas barreras. Sin embargo, las políticas actuales han dejado estas infraestructuras incompletas o infrautilizadas.

El 4 de noviembre, funcionarios del gobierno participaron de un acto en Córdoba para “inaugurar” la reversión del gasoducto norte. Sin embargo, a menos de tres meses de ese anuncio, el país se encuentra importando gas, lo que confirma que la obra no fue finalizada. Además, el gobierno también negocia la renovación de compras de gas boliviano, a precios que duplican los acordados por la gestión anterior.

Especialistas del sector señalan que revertir el flujo de un gasoducto es un proyecto complejo que requiere obras de ingeniería significativas. Por lo tanto, si el gas sigue fluyendo desde Bolivia, es evidente que la reversión no está terminada.

La continuidad de las importaciones de gas, junto con el pago de precios desproporcionados, revela serias deficiencias en la gestión de la política energética. El propósito original del gasoducto Perito Moreno, diseñado para aprovechar los recursos de Vaca Muerta y reducir costos, ha sido desvirtuado por una falta de planificación estratégica. Así, queda abierta la pregunta de fondo: ¿cuál es la verdadera lógica detrás de estas decisiones?

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